El Karma o Causalidad
Karma
Durante nuestra existencia a través de vidas sucesivas, hay
una ley divina que rige nuestro comportamiento. Ésta es llamada Ley del Karma,
y se funda en los principios de equilibrio y justicia divina. La Ley de Karma
también es llamada Ley de Causa y Efecto o Ley de Retribución.
Dicho en pocas palabras, el fundamento de la Ley del Karma
es el siguiente: “Todo lo bueno o malo que hacemos (o que tan sólo concebimos o
pensamos) a lo largo de nuestras vidas, nos traerá consecuencias o
retribuciones para lo sucesivo de nuestra existencia trascendente”.
Por ejemplo, si en una vida nosotros obramos mal en
perjuicio de otra persona, de acuerdo a la Ley de Karma, esta acción tendrá un
efecto sobre nosotros mismos posteriormente, ya sea en esa misma vida o en una
próxima reencarnación. En este caso, ese efecto se traducirá en desgracias o
tragedias personales, situaciones adversas, e incluso enfermedades de
nacimiento.
De igual manera, y de acuerdo también a la Ley de Karma,
cuando se hace un bien y se procede con virtud, el efecto de ello es la
retribución con esa misma virtud y esa benevolencia.
La percepción que nos pueden inducir estos efectos o
consecuencias, por el desconocimiento de las causas, quizás nos pueda llevar a
pensar que Dios es injusto, pero
Verdaderamente es la devolución de lo dado, y es que
simplemente la Ley de karma, como ley de vida que es, debe tener su cause
natural e inevitable.
Sin embargo esta ley no se debería entender como castigo, o
como una recompensa divina, sino más bien como una consecuencia natural que
nuestras propias acciones, actitudes o pensamientos generan por si mismas.
la idea de que la persona individual es la forjadora de su
propio destino, y que ese destino depende totalmente de la persona misma. Por
ejemplo, si alguien nos hace un daño, solemos culparla, sin saber que realmente
todo lo que nos sucede es como consecuencia de nuestras propias actitudes y
acciones pasadas.
Cuando sentimos envidia, cuando nos aborda la codicia o la
avaricia, cuando dejamos que se anide dentro de nosotros el egoísmo, cuando
deberíamos ser compasivos y solidarios, y sin embargo somos indiferentes y
duros, cuando dejamos entrar en nosotros el sentimiento de venganza, o cuando
la llevamos a cabo; entonces es cuando estamos forjándonos para nosotros mismos
un futuro triste y desgraciado. En todo ello, la Ley de Karma sólo cumple su
misión trascendente y divina.